Derecho Humano

PRIMERA REGLA DE UN SERVIDOR PÚBLICO
Cuando el término Derecho Humano se pluraliza... se pierde su esencia y con el, su cometido, visualizar al ser humano per se.
Teniendo en cuenta este concepto, para mi resulta muy claro que el Derecho Humano es un conjunto de reglas que postula el respeto a los DDHH, a través del entendimiento de los mismos según su valor individual inter-relacionado y no como una sucesión de conquistas históricas que les concede cierta jerarquía;debería estar siempre inspirado en esa idea del amor como CATALIZADOR del egoísmo y materialización de la voluntad. Pienso que al neutralizar el egoísmo se promueve el propio desarrollo; que la experiencia de comprometernos con evaluar las necesidades y los derechos de los demás, antes de tomar la decisión de satisfacer y hacer valer los nuestros, es mucho más positiva y evolutiva, que permanecer en el limbo de la indolencia. El concepto clásico según el cual la libertad del individuo puede ir hasta donde comienzan las libertades ajenas, debe ser decididamente superado. Ya que el mismo rompe con toda posibilidad de construir un sistema de respeto a los DDHH, pues empuja con naturalidad al individuo a violar la regla cuando lo considere "necesario" y cuantas veces sea necesario...incluso de manera inconsciente, cuando sobrevalora el criterio que lo lleva a actuar de cierta manera. (como lo hace quien justifica "políticamente" el ASESINATO de otro ser humano por "razones de estado"; o cuando se racionaliza de manera simple, lo cual no es más que su misma proyección. (igual al vecino que sin consideración "trasnocha" con sus fiestas y sin invitación al resto de residentes, y en general cuando usamos "nuestro derecho a "expresarnos" sin considerar el "derecho" de los demás a no escucharnos)
De otro lado, encuentro que la materialización de la voluntad no es más que un compromiso para llevar a nuestros semejantes, eso, que de quedarse en nosotros se marchitaría sin haber tenido siquiera la oportunidad de ver la luz de un día: El amor mismo.
¿De qué nos vale saber que amamos a alguien, sino hacemos nada para demostrárselo?
En este sentido amar es trascender el YO hacía el resto de nuestros semejantes, entendiendo
nuestras diferencias y limitaciones. Pero que quede claro: trascender el amor no es solo llevarlo fuera de nosotros como individuos, sino también llevarlo fuera de nosotros como conjunto, clase, grupo, sociedad o nación.
El camino está aún por construirse y, gracias a Dios no tiene límites. Mi propuesta es muy sencilla: Para comenzar, debe existir un alto grado de compromiso hacia los demás, como individuos y como sociedad. En segunda instancia, debemos estar en la capacidad de revaluar constantemente nuestras normas de convivencia y de entendimiento, para identificar oportunamente los problemas e intentar corregirlos, otra vez como individuos parte de una sociedad. Finalmente, debemos desarrollar nuestra conciencia individual y colectiva, para encontrar el camino de la felicidad a través de la utilización del arma más poderosa con la que contamos: Nuestra Inteligencia Emocional.vhf